Cuenta la leyenda que años atrás, dos jóvenes futbolistas enamoraron a una isla entera. El primero pasó de niño a leyenda, llegó a Son Moix llamándose Samu y partió como Don Samuel. El segundo fue el último pichichi español de LaLiga y metía zapatazos como ensaimadas, le apodaban el Arquero Dani Güiza. Tras décadas sin ver nada igual, apareció en Mallorca un hombre con un parche en el ojo, cuerpo de opositor a bombero y dos piernas esculpidas por el mismísimo Donatello: Vedat Muriqi, el peor pirata del que habéis oído hablar.
Su llegada a la isla fue inesperada. Apareció en una época donde el barco se hundía y alguien debía salvar los muebles. Una carta embotellada llegó a Son Moix procedente de Italia y el destino del navío encontró el rumbo hacia la calma. Era un delantero de los de antes: alto, fuerte y culón, de esos que difícilmente le quitas el balón si lo están cubriendo. Además, el kosovar venía con la brújula del gol bien direccionada, un talento que enamoró a la afición mallorquinista. Tras certificar la permanencia y después de varias negociaciones con los corsarios italianos, Vedat se convirtió en un bermellón más de por vida. En el capitán del barco. En el pirata más querido de Mallorca.
En la actualidad, tras 50 partidos oficiales de travesía, el nombre de Muriqi se corea en cada batalla como si de un himno nacional se tratara. Su presencia en el campo es un alivio para los bermellones, como pasarse la bolsa de la compra de una mano a otra. Sus compañeros le aman. Sus oponentes le temen. En cada lance del juego, el ariete se regodea ante los rivales con la mítica frase de Johnny Depp: «Siempre recordaréis este día como el día en que casi capturáis al capitán Vedat Muriqi». Además de jugón, detrás de esa coraza de tipo duro se esconde un hombre humilde, de esos que te ceden el asiento en el bus y te ayudan a abrir el bote de garbanzos. Un fuera de serie dentro y fuera del barco.
Con sus 13 goles, tres asistencias y miles de kilómetros recorridos, en la isla pueden corroborar que la vida pirata es la vida mejor. Trabajando o sin trabajar. Estudiando o sin estudiar. Con la botella de ron o sin ella. Pero siempre con Muriqi y diez más.