Un personaje ilustre e irrepetible. Su habilidad para transmitir era mayor que la de Antonio Lobato narrando el podio de Fernando Alonso. Ese acento inglés sacaba más sonrisas que Mariano en ‘Aquí no hay quien viva’. Más carismático que Tony Montana en Scarface. Con una sonrisa semejante a la de Ronaldinho y más cautivadora que la de Margot Robbie. Sus comentarios eran más certeros que los envíos largos de Xabi Alonso. Llamarse Michael Robinson, es mejor que llamarse Leonardo DiCaprio o Nicki Nicole. O tal vez casi mejor que llamarse Zinedine Zidane. Proveniente de Leicester, amaba más a España que los propios españoles. Su amor por Cádiz era tal que dijo: «Las malas lenguas dicen que soy británico, pero en realidad soy gaditano».
La voz de Michael es como la canción que te devuelve al pasado. A un lugar y momento concreto. En mi caso, la melodía sería la Nintendo DS encendiéndose y «Clavado en un bar» de Maná sonando en el Peugeot de mi madre. Y hablando de bares. Estaba en el de siempre, el de Juan. Él, amigo de la familia, me traía el clásico pepito de lomo junto a un zumo de melocotón, además del bueno, el de marca ‘pago’ con envase verde. Acababa de terminar la intro de Canal Plus. De fondo se oía el ruido de las máquinas tragaperras y gente hablando de por qué Raúl no iba a la selección. No recuerdo el partido en concreto, pero mi viejo era del Sevilla, lo más seguro es que fuéramos a deleitarnos con la calidad de Renato y las paradas de Andrés Palop. A pie de campo estaban Carlos Martínez y Michael Robinson comentando la previa, una amistad más temida que Otamendi, Nainggolan y Cuti Romero juntos. Su forma de contar las cosas revolucionaron los conceptos estipulados de la narración. Era un tú a tú. Dos amigos hablando de fútbol y contando todo con un toque jocoso. Fueron la voz de una generación.
Comentarista. Presentador de televisión. Futbolista. In that order. En España siempre se le recordará por su capacidad de transmitir con sus palabras, pero estamos hablando de una persona con una Copa de Europa. En la narración era mediocentro ofensivo, cada frase era un pase al hueco a la felicidad. En el campo, fue el ariete de equipos como el City, Brighton, Osasuna y Liverpool. Este último fue el equipo de su vida, donde ganó los únicos tres títulos que atesora en su palmarés: Champions, Premier y Copa de la Liga. Además, creó ‘Informe Robinson’ y fue presentador de ‘El día después’. Dos programas que marcaron un antes y un después en el periodismo deportivo español.
La vida se lo llevó, pero su recuerdo está en cada rincón donde se junte una pelota y medias bajas. Una de sus frases más características fue: «Cuando llegué a España solo sabía decir: hola, adiós, gracias, cerveza y contar hasta cinco». Michael, conozco a gente que puede vivir con esas palabras sin necesitar más, pero no te voy a decir quien soy.