Un mediocentro ofensivo de piernas largas, nombre de superestrella y una calidad superlativa. Con tan solo 19 años, Dele Alli llamaba a las puertas del éxito con la ilusión de un niño con zapatos nuevos. Su nombre se coreaba en todos los estadios. Un tipo descarado en el regate, inteligente a la hora de asistir y fiel al lema de que si no es golazo no vale. La vida de Dele se convirtió en un mar de halagos ante un joven que, pese a lucir una sonrisa radiante ante los medios, no consiguió ahuyentar los fantasmas del pasado.
El paso de los años fue un arma de doble filo para el joven inglés. Todos esperaban una madurez futbolística digna de un jugador de dicho calibre, pero el resultado fue un declive significativo de su nivel. La desilusión siempre tiene el tamaño de la expectativa, decía Gabriel Rolón. Desde sus inicios en el Tottenham, Dele Alli tuvo que lidiar con la dureza de cumplir las expectativas de una joven promesa. Tras su caída en picado, todos se permitieron el lujo de opinar sobre él, sin saber realmente lo que pasaba por su cabeza. Ayer, las redes empezaron a incendiarse tras las declaraciones del jugador inglés en The Overlap, programa de Youtube del exfutbolista Gary Neville.
Dele se abrió en canal. Cogió un bisturí sin desinfectar y liberó todo el dolor que llevaba dentro. Entre llantos, el inglés habló de una serie de sucesos de su aterradora infancia. Abusos. Tráfico de drogas. Enviado a África a los 7 años para aprender lecciones de disciplina. Fue colgado de un puente a los 11. Abandonado por sus padres a los 12… Todo cambió en el momento en que una magnífica familia le adoptó cuando todo parecía perdido. Ahí, el joven inglés empezó a triunfar con el balón en los pies, pero con las heridas del pasado aún en carne viva. Triunfó, pero el ayer seguía tocando a su puerta. Dele se volvió adicto a los somníferos y, pese a estar jugando en la élite, pensó en retirarse a los 24 años.
Un pasado lleno de dolor y superación. Dele nos ha enseñado que pese a tener una sonrisa mágica por fuera, el mundo puede estar desmoronándose por dentro. «Me despertaba todos los días y estaba ganando la pelea, sonriendo, mostrando que era feliz… pero por dentro definitivamente estaba perdiendo la batalla y era hora de cambiarla yendo a rehabilitación», dijo el futbolista inglés ante los sollozos de Neville. Dele nos ha enseñado que es muy fácil opinar y criticar sin saber de verdad lo que uno pasa en su día a día. Dele nos ha enseñado que cambiar tu vida depende de ti mismo, sudando, luchando y sobre todo, hablando las cosas. Un día, su luz se apagó como quien sopla las velas de una tarta: de un suspiro y pensando que lo mejor está por llegar. Tras la charla, Dele nos ha enseñado que la llama siempre vuelve a encenderse con ayuda y trabajo.