Visitar Sevilla en abril es sinónimo de fiesta. Visitar el Ramón Sánchez-Pizjuán un jueves es sinónimo de noche mágica. Cuando toca Europa League, el club sevillista se viste de gala para tener una cita con su gran amor, la afición. El empate a dos de la ida en Old Trafford dejaba la eliminatoria abierta. Los fallos de Maguire y De Gea, un cabezazo de Badé y dos tantos del marroquí En-Nesyri han dado el pistoletazo de salida a una Feria de Abril que no tenía programado empezar la fiesta tan pronto.
La noche fue frenética. Mendilibar lo sabía y se puso su mejor chándal. Jesús Navas se afeitó, recorrió la banda derecha como cuentan las lenguas antiguas y dejó claro que la juventud es solo una actitud del alma. Badé se disfrazó de Escudé, dejó una carta de despedida al United con la cabeza y un ligero toque de hombro. Rakitić se sentó en la mesa de Renato, puso un centro de cirujano y derramó litros de sudor para poner a la peña en pie. Lamela bailó al son de Luís Fabiano. Nemanja Gudelj se puso el mono de trabajo de Keita, Poulsen y Javi Navarro juntos. Acuña fue la valentía, fuerza de voluntad y actitud del amado Antonio Puerta. Bono se reencarnó en Palop, dando más seguridad que un chaleco antibalas. En-Nesyri le pidió rutina de pierna a Kanouté, cada zancada dejaba atrás a un rival y dos zapatazos dejaron la eliminatoria dicta para sentencia. Maguire se disfrazó de De Gea. De Gea se disfrazó de Maguire.
El Manchester United pagó los platos rotos. Fue el saco de boxeo de un equipo con mucha rabia dentro. La Giralda derribó Old Trafford. El gazpacho pasó por encima del fish and chips. La cerveza emborrachó al té de las cinco. El chándal de José Luis Mendilibar venció al apuesto traje de Erik ten Hag. El Sevilla, pese a su irregular temporada en la liga española, deja claro que la Europa League es su competición y que están preparados para la conquista de Budapest.