Siempre nos quedará Elche

Esta semana toca recibir al Elche. Los ilicitanos son colistas en una situación poco agradable, donde ni el mayor masoquista querría estar. Son quince los puntos que les separa de la zona de salvación. Para los pesimistas, un mundo; para los entusiastas, una motivación para salir del pozo. Yo soy de lo más optimista que existe. Creí en la remontada al Dépor y confié en la selección de Luis Enrique. Por ello, nada más pensar en el choque entre el Mallorca y Elche, mi mente se ha desplazado a una noche de verano del 2003 en el Estadio Martínez Valero.

Dicen que las primeras veces nunca se olvidan. Viven atrapadas en una pequeña parte de nuestro cerebro y salen en situaciones de comodidad y confianza: con tus amigos tomando algo en el bar de siempre, tomando un café con tu pareja o simplemente las recuerdas una tarde de domingo mientras suena Jordi Hurtado de fondo en Saber y ganar. Por ello, todos los bermellones recordarán esa primera Copa del Rey ante el Recreativo de Huelva, cuando el RCD Mallorca estuvo en boca de todos.

El once del RCD Mallorca en la final de la Copa del Rey.

Da pánico pensar en la alineación de aquella final. La misma sensación tengo al ver que han pasado 20 años y darme cuenta de que Dani Martín tenía razón, ya nada volverá a ser como antes. El conjunto mallorquín contaba con muchos míticos, todos con nombre de novela turca: Samuel Eto’o, Walter Pandiani, Leo Franco, Riera, Ibagaza… y su adversario era nada más y nada menos que el decano del fútbol español, el Recreativo de Huelva.

La historia de un campeón

Al lío. El Real Mallorca salió al partido como si fuera el último, y no es para menos, el Martínez Valero se tiñó de rojo para llevar al equipo en volandas hacia la gloria. El conjunto de Gregorio Manzano llevó la batuta de principio a fin, mientras tanto, el Recre sufría las acometidas de los dos arietes bermellones, Eto’o y Pandiani. Este último inauguró el marcador desde la pena máxima, engañando a José Antonio Luque en la ejecución.

En la segunda mitad, los albiazules tuvieron ocasiones tímidas, pero los insulares tenían el partido bajo el brazo. A 15 minutos del final, el camerunés cabalgó la banda izquierda zafándose de la defensa rival y con una definición sutil, batió al guardameta para dejar al Mallorca con mano y media en la copa. Su baile sin camiseta tras el gol también entró en los anales de la historia del club. Pocos minutos después, el muy sinvergüenza se inventó una jugada el solito para volver loca a la defensa decana y con un trallazo sentenció el encuentro. Por primera vez en su historia, el RCD Mallorca se consagraba campeón de la Copa del Rey.

El título que designaba al mejor entre los más fuertes. Pasión, amor y felicidad. Tres conceptos que sintetizan las bases del conjunto mallorquín. Señoras y señores, siempre nos quedará Elche.

Y recordad, Pirlistas… hoy os quiero más que ayer, pero menos que mañana.

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